Los murcianos encabezan el ránking nacional en obesidad abdominal, -los típicos 'michelines' o cinturón de grasa-, que va asociada a determinadas patologías, como el colesterol, la hipertensión o la diabetes, además de posibles discapacidades por sobrecarga o trastornos emocionales. Así lo puso ayer de manifiesto el jefe de los Servicios Municipales de Salud del Ayuntamiento de Murcia, Eduardo González Martínez Lacuesta, en las III Jornadas Informativas de Consumo, organizadas por la Federación Murciana de Asociaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios ThaderConsumo.
Ante un salón de actos del edificio Moneo a rebosar de público, formado mayoritariamente por amas de casa, Eduardo González indicó que el alto índice de obesos abdominales en la Región -el mayor en España junto con La Rioja y Galicia- se debe al cambio en los hábitos alimenticios. «Es curioso que vivimos en una Región a la que se le conoce como 'la huerta de Europa' y según un estudio realizado por el Ministerio de Agricultura, en frutas frescas se consumen al año 24 kilos menos en comparación con la media nacional y 5 kilos de hortalizas frescas menos, mientras que el consumo de cerveza por habitante y año es superior en 8 litros a la media nacional. También en carnes transformadas (embutidos) superamos en 1 kilo la media nacional, así como en derivados lácteos, batidos de leche, queso, helados y tartas, chocolates y cacaos, lo que debe tener algo que ver con el alto índice de obesos abdominales».
Según la Organización Mundial de la Salud, 5 de los 10 factores de riesgo de enfermedades crónicas están relacionadas con la alimentación inadecuada y la inactividad física. Para «desdramatizar» la situación, el jefe de los Servicios Municipales de Salud, explicó que «son factores de riesgo prevenibles modificando estilos de vida». Para combatir los malos hábitos alimentarios, el Ayuntamiento trabaja en diversos programas para mejorar la calidad de vida relacionada con la salud de la población del municipio de Murcia y, especialmente, con los colectivos de mayor riesgo nutricional: niños, jóvenes, mayores y enfermos crónicos.
En concreto, desde el Ayuntamiento se llevan a cabo programas dirigidos a las escuelas infantiles, donde se celebran talleres específicos para padres y personal educativo, y con indicaciones para los menús más adecuados para niños de 0 a 3 años.
Además, y en colaboración con la Universidad de Murcia, concretamente con el Departamento de Nutrición y Bromatología, se está llevando a cabo el programa Sensocole de evaluación de comedores escolares.
Otro de los programas que está teniendo más éxito es el de la evaluación sensorial de comidas a domicilio para personas mayores. Se trata no solo de que los menús sean correctos desde el punto de vista nutricional, sino de que los platos que componen el menú sea del gusto de las personas mayores para que se los coman.
Intolerancias alimentarias
En las Jornadas de Thader Consumo también se abordó el tema de de las intolerancias y alergias alimentarias, que corrió a cargo de Pilar Zaragoza, farmacéutica, y vocal del Colegio de Farmacéuticos en la Sección de Alimentación.
Pilar Zaragoza explicó que hay personas que son alérgicas «a las proteínas de la leche, al huevo, al pescado, a las gambas, a algunas legumbres como las lentejas y los garbanzos, a frutas -especialmente al melocotón o a la ciruela- y a los frutos secos». Contó como anécdota que «tengo amigos que yendo de viaje a Inglaterra se ha puesto malísimos tomando mantequilla de cacahuete porque no sabían que eran alérgicos y en España no tenemos costumbre de usar la mantequilla de cacahuete».
A continuación, se refirió a las intolerancias alimentarias, en concreto al gluten y a la lactosa. Explicó que «no se tratan con medicamentos sino con la dieta adecuada» evitando los alimentos que los contienen. Y comentó que el gluten está en los cereales, salvo en el arroz y el maíz, por lo que los enfermos celiacos no deben tomar pan de trigo, sino de maíz o de arroz. También llamó la atención sobre el consumo de determinadas conservas de carne, ya que los conservantes o la salsa, para espesarla, puede contener harina de trigo. Pastas, higos secos y bollería industrial tampoco son apropiados. Incluso algunos niños tienen problemas con la obleas de la comunión, por lo que los padres tienen que advertirlo en la parroquia.
La intolerancia a la lactosa, presente en la leche de vaca, de cabra y en sus derivados, provoca síntomas como sensación de hinchazón y flatulencias, diarreas y náuseas. Tampoco en esta caso hay medicamentos para el tratamiento de las personas que tienen este tipo de intolerancia, por lo que las personas que la padecen deben tomar leche, yogures y quesos que no contengan lactosa. Indicó que quienes deseen información pueden recurrir a las farmacias o al propio colegio que, además, trabaja con determinados colectivos como los diabéticos.
Fuente: La Verdad (26/04/2.012).
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