Los griegos y romanos habían intuido mucho antes que nosotros que la mente sana es el resultado de un cuerpo sano, pero no habían podido demostrarlo. Hoy, afortunadamente, contamos con numerosas pruebas experimentales que nos han convencido de que el cuidado de la salud física produce una mejor salud mental. Estamos descubriendo que los ejercicios físicos y el cuidado de la dieta —los soportes básicos de la salud física— tienen una repercusión en la salud mental y beneficios para la memoria, el ánimo y la capacidad cognitiva. Lo que están sugiriendo las pruebas efectuadas en distintos laboratorios es que la memoria y la capacidad cognitiva mejoran con los soportes de la salud física. Lo que todavía no sabemos es qué tipo de deporte es el más adecuado para mejorar el ánimo, la memoria o el grado de entendimiento. Tampoco estamos seguros de cuánto tiempo se debe dedicar a estos cuidados. Con toda probabilidad es mejor pasarse que quedarse corto.
¿Cómo funciona este mecanismo extraordinario? Fernando Gómez-Pinilla, investigador en
la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), explica que el ejercicio físico envía, a través de
la corriente sanguínea, productos químicos como la proteína IGF1 al cerebro. La proteína en cuestión se convierte allí en una especie de gendarme que empieza a dictar instrucciones para que el organismo aumente la producción de FNDC (factores neurotróficos derivados del cerebro), que alimenta los procesos responsables de un pensamiento más sofisticado al fomentar la creación de nuevas conexiones entre neuronas. Se ha comprobado en ratones e intuimos que ocurre algo parecido en los humanos.
Desde entonces he aconsejado a mis nietas que no me mencionen si están deprimidas sin
saber primero lo que les pasa con la proteína IGF1 y el FNDC, porque su problema puede ser de
muy fácil solución. Ahora ya sabemos que, si bloqueamos el crecimiento del FNDC, interrumpimos
el aprendizaje y perjudicamos la memoria.
Lo más asombroso de este nuevo escenario es constatar el impacto positivo de la salud
física, o más bien de la cimentación de los pilares sobre los que se asienta la salud física, en
enfermedades como el Alzheimer, la dislexia o la depresión. En los roedores se ha visto que a partir
de un momento dado su cerebro empieza a acumular una proteína llamada beta-amiloide. En las
personas aquejadas de Alzheimer, esta proteína aflora formando espesas placas, que son la señal
inconfundible de la enfermedad.
Gómez-Pinilla me hizo reflexionar en que hace miles de años y no tantos —basta que nos
remontemos solamente cincuenta atrás— no disponíamos de todos los transportes que tenemos hoy
día. Entonces el ejercicio era parte importante de nuestra vida. El cerebro que tenemos se formó a
través del ejercicio, porque es parte de nuestra existencia, nuestros genes están ansiosos de hacer
ejercicio, es algo natural.
Somos conscientes ahora de la correlación existente entre el ejercicio físico y las correspondientes ventajas neuroprotectoras, aunque no sabemos todavía el mecanismo exacto para poder inhibir los efectos traumáticos o activar los curativos. A esto unimos el impacto del cuidado de la dieta —la necesidad imperiosa de ácidos grasos del tipo omega 3 para el buen funcionamiento cerebral—. Es cierto que después de varios esfuerzos mucha gente se ha convencido de que los ejercicios físicos y el cuidado de la dieta eran trascendentales para preservar su salud física. ¿Nos costará otro tanto convencerlos ahora de que está en juego también su salud mental?
Fuente: Eduardo Punset. XLSemanal.
¿Cómo funciona este mecanismo extraordinario? Fernando Gómez-Pinilla, investigador en
la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), explica que el ejercicio físico envía, a través de
la corriente sanguínea, productos químicos como la proteína IGF1 al cerebro. La proteína en cuestión se convierte allí en una especie de gendarme que empieza a dictar instrucciones para que el organismo aumente la producción de FNDC (factores neurotróficos derivados del cerebro), que alimenta los procesos responsables de un pensamiento más sofisticado al fomentar la creación de nuevas conexiones entre neuronas. Se ha comprobado en ratones e intuimos que ocurre algo parecido en los humanos.
Desde entonces he aconsejado a mis nietas que no me mencionen si están deprimidas sin
saber primero lo que les pasa con la proteína IGF1 y el FNDC, porque su problema puede ser de
muy fácil solución. Ahora ya sabemos que, si bloqueamos el crecimiento del FNDC, interrumpimos
el aprendizaje y perjudicamos la memoria.
Lo más asombroso de este nuevo escenario es constatar el impacto positivo de la salud
física, o más bien de la cimentación de los pilares sobre los que se asienta la salud física, en
enfermedades como el Alzheimer, la dislexia o la depresión. En los roedores se ha visto que a partir
de un momento dado su cerebro empieza a acumular una proteína llamada beta-amiloide. En las
personas aquejadas de Alzheimer, esta proteína aflora formando espesas placas, que son la señal
inconfundible de la enfermedad.
Gómez-Pinilla me hizo reflexionar en que hace miles de años y no tantos —basta que nos
remontemos solamente cincuenta atrás— no disponíamos de todos los transportes que tenemos hoy
día. Entonces el ejercicio era parte importante de nuestra vida. El cerebro que tenemos se formó a
través del ejercicio, porque es parte de nuestra existencia, nuestros genes están ansiosos de hacer
ejercicio, es algo natural.
Somos conscientes ahora de la correlación existente entre el ejercicio físico y las correspondientes ventajas neuroprotectoras, aunque no sabemos todavía el mecanismo exacto para poder inhibir los efectos traumáticos o activar los curativos. A esto unimos el impacto del cuidado de la dieta —la necesidad imperiosa de ácidos grasos del tipo omega 3 para el buen funcionamiento cerebral—. Es cierto que después de varios esfuerzos mucha gente se ha convencido de que los ejercicios físicos y el cuidado de la dieta eran trascendentales para preservar su salud física. ¿Nos costará otro tanto convencerlos ahora de que está en juego también su salud mental?
Fuente: Eduardo Punset. XLSemanal.
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