lunes, 20 de diciembre de 2010

NUESTRO "PULSÓMETRO".

"Hoy voy a hablar de un tema, quizás complejo, pero creo que bastante importante para personas cuya práctica deportiva sea bastante frecuente.
El pulsómetro es un instrumento interesante para un practicante habitual de deporte. Su objetivo principal es proporcionarnos información sobre la frecuencia cardiaca que tenemos en cada momento. Con la evolución tecnológica actual muchos de estos pulsómetros incorporan diferentes funciones. Por ejemplo, algunos graban toda la secuencia de frecuencia cardiaca a lo largo de un entrenamiento, permitiendo incluso volcarla al ordenador y ver en un gráfico como ha ido cambiado a lo largo del tiempo. Otros incorporan un GPS y graban el recorrido seguido, la velocidad de desplazamiento, la velocidad media, el tiempo, etc. Aquí nos vamos a centrar en explicar como interpretar la lectura de la frecuencia cardiaca y como podemos aplicarla a nuestro entrenamiento.
A modo de introducción vamos a necesitar tener una pequeña base de cómo funciona el metabolismo. Los alimentos se encuentran formados por diferentes proporciones de glúcidos (carbohidratos o hidratos de carbono), lípidos (grasas) y proteínas (además de agua, minerales, vitaminas y fibras). Estos tres compuestos (glúcidos, lípidos y proteínas) son los que utiliza el metabolismo para la obtención de energía. Energía que utilizamos para procesos vitales (funcionamiento de los riñones, del hígado), para crecer, pero sobre todo para movernos y generar calor (mantener la temperatura corporal estable).
De los tres, los glúcidos y los lípidos (es decir, carbohidratos y grasas) los utilizamos fundamentalmente para la obtención de energía, y las proteínas, aunque también se pueden utilizar como combustible, su funcionalidad básica es construir estructuras, como por ejemplo, los músculos.
La manera como utilizamos los glúcidos y los lípidos para conseguir esta energía depende de la intensidad del trabajo que estamos realizando. Y una de las maneras de saber conocer esta intensidad es la frecuencia cardiaca, de ahí la utilidad del pulsómetro. A intensidades bajas tendremos bajas pulsaciones y estaremos utilizando la grasa (los lípidos) como combustible fundamental; conforme vamos incrementando la velocidad o la intensidad (por ejemplo al subir una cuesta) irá aumentando la frecuencia cardiaca, y empezaremos a utilizar los carbohidratos (glúcidos) como combustible. Si aumentamos la intensidad de un trabajo, nuestros músculos necesitarán más oxígeno, y es nuestro corazón, aumentando, entre otras variables, la frecuencia cardiaca el que proporciona ese oxígeno. Estos trabajos con la intervención del oxígeno reciben el nombre de ejercicios aeróbicos.
Ahora bien, si incremento mucho la intensidad del ejercicio, por ejemplo en un esprint o una cuesta muy pronunciada, aunque suba mucho la frecuencia cardiaca y con ello envíe una gran cantidad de oxígeno a los músculos, este puede ser insuficiente para necesidades energéticos de ese gesto deportivo, entonces algunos carbohidratos se queman parcialmente y se genera ácido láctico. Estos ejercicios reciben el nombre de anaeróbicos, ya que, aunque la cantidad de oxígeno que llega al músculo es muy alta, no es suficiente.
Así pues, tenemos tres zonas, (A) a baja intensidad (trotar o andar rápido) quemamos grasas, (B) a media intensidad (correr a buen ritmo) quemamos carbohidratos, y (C) a intensidad muy alta, la energía la obtenemos también de metabolizar carbohidratos, pero en la combustión de parte de ellos se genera ácido láctico como consecuencia de quemarse con déficit de oxígeno (como una combustión incompleta).
Conforme vamos subiendo la intensidad va subiendo la frecuencia cardiaca, así pues, lo interesante sería saber a que frecuencia cardiaca (llamémosla 1) cambiamos de quemar grasas a quemar carbohidratos(de A a B), y también a que frecuencia cardiaca (llamémosla 2) el oxígeno que llega al músculo es insuficiente y este genera ácido láctico (de B a C). Pues bien esas dos frecuencias cardiacas se las conoce, a la primera como umbral o transición aeróbica, y a la segunda como umbral anaeróbico. Si bien la primera es interesante en el deporte salud, con objetivos de perdida de peso, de quemar grasa, la segunda es muy interesante desde el punto de vista de rendimiento deportivo, ya que todos quisiéramos ir lo más rápido posible pero sin generar ácido láctico. Hay diversas formas de calcular los valores de estas frecuencias cardíacas, tan útiles en cualquier programa de entrenamiento que se precie. Una de la más precisas es la realización de una prueba de esfuerzo con analizador de gases y/o con toma de ácido láctico (o láctato); otra es el test de Conconi (ya lo explicaremos), etc. Estimarla según edad, peso, tablas, o decir que aproximadamente el umbral está en 140, 150 o 180 pulsaciones, son afirmaciones de escasa precisión y por tanto de poco valor. Las cifras de estos umbrales son diferentes para cada persona, puesto que dependen del tamaño de nuestro corazón, de nuestro nivel deportivo, de nuestra genética, del porcentaje de fibras musculares y no son válidas las referencias de otros deportistas.
Dos deportistas entrenando a similares frecuencias cardiacas pueden estar utilizando diferentes sistemas metabólicos, uno puede ir quemando grasa y otro ir generando ácido láctico.
Y recuerda: si quieres quemar grasa, anda rápido o corre lento (por debajo del umbral aeróbico), y si quieres mejorar tu forma deportiva (fútbol, ciclismo, media maratón), corre justo por debajo del umbral anaeróbico".

Fuente: "La Verdad" (6-12-10). Autor: Dr. Francisco Cuenca, médico especialista en Medicina del Deporte, así como experto en Fisiología del Ejercicio y Alto Rendimiento Deportivo.

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